sábado, 1 de diciembre de 2007

La prisión

Te despiertas. Tratas de levantarte de la cama, pero no puedes. Tus ojos buscan algo con lo que conseguir levantarte. Al final lo hallan, y con dificultad logras ponerte en pie. Tras un arduo camino, a pesar de que solo son unos metros, consigues llegar hasta la puerta. Tratas de abrirla, pero no lo consigues. Entonces caes al suelo, agotado. Tras descansar y con serios problemas para levantarte, vuelves a intentar abrir la puerta. Por fin lo logras, y vas avanzando. Llegas hasta otra puerta, mucho más pesada que la anterior. Decides tomar un respiro antes de abrirla. La abres, esta vez a la primera, pero te deja agotado. Entonces ves unas escaleras. Y decides bajarlas. No puedes apenas andar, pero lo intentas. Bajas el primer tramo. Las piernas ya no te responden, y acabas cayendo. Vuelves a levantarte, pero te vuelves a caer. A duras penas acabas llegando al final, tras la que te espera otra puerta. Luchas una vez más contra tu agotamiento, y consigues abrirla. Por fin, la luz del sol!

Pero la prisión está en tu cuerpo...

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