jueves, 28 de junio de 2007

Deseos que matan

Un buen día, reventó. Venía aguantando día tras día todo el dolor que se albergaba en su interior, pero hoy no pudo soportarlo más. Y todo ese dolor se concentró en una lágrima, solamente una, pero que dolió más que cualquier dolor físico que haya experimentado nadie jamás.

Fue tan doloroso que, nada más soltar la lágrima, se le apareció un hada, y le comunicó que le había causado mucha tristeza verle así, y le concedía un deseo. Podía haber pedido lo que hubiera querido. Pero se encontraba demasiado asqueado de lo que representaba su vida, y lo que se le ocurrió es desaparecer. Así que le hizo al hada que quería que le hiciera muy pequeño para eludir las miradas del resto de la gente. Y así lo hizo el hada, quien después de conceder el deseo desapareció.

El joven pensó que había conseguido lo que quería, que era desaparecer de sus problemas. Lamentablemente, así fue, ya que, cuando era pequeño, terminó de caer al suelo la lágrima derramada por él un instante antes, y le ahogó.

lunes, 11 de junio de 2007

Subir a la superficie

Despiertas, y te sientes en el fondo del denso océano, cuya presión te oprime contra él. Coño, cómo he llegado hasta aquí. Intentas subir. Pero ves que tus movimientos son inútiles, y que tus esfuerzos no son efectivos. Estás en la misma posición pero bastante más cansado. Y de repente te da por pensar, vaya, y para qué quiero subir. Y piensas en lo bonito que es vivir en la superficie, y lo que has dejado allí. Y lo vuelves a intentar, pero sigues sin avanzar. Y en vez de ir por la vía rápida, vas poco a poco, pensando cada paso, avanzando, sin gran velocidad, hasta que por fin sales a la superficie.

Pero, al llegar allí, ves que no hay nada a lo que aferrarse. Y tratas de nadar hacia algún sitio, pero todo es una inmensidad de agua. No hay nada sólido que te pueda mantener. No hay apoyos. Y las piernas desfallecen, vuelves a caer mientras pierdes la consciencia.

Despiertas, y te sientes en el fondo del denso océano, cuya presión te oprime contra él. Coño, cómo he llegado hasta aquí.

lunes, 4 de junio de 2007

Teoría de la parábola

Si, creo que es en lo que estáis pensando. Os voy a hacer un símil, que tantas, tantas, tantas veces os habrán hecho. Mi forma de ver la vida es la de una parábola invertida. Se comienza desde abajo, muy abajo. Pero no puedes ver lo abajo que estás. Solo ves que hay un camino para arriba, y comienzas a ascender. Sigues subiendo, porque lo ves todo de cara. No hay nada que te haga pensar que vaya a parar de ascender. Lógicamente, cuanto más arriba vas estando, menor es la ascensión (menos subida en el eje de las y por cada unidad del eje de las x, que decían en mi clase de matemáticas, o eso creo).

Y un buen día llegas a la cima. Y te consideras inmensamente feliz por haber alcanzado el punto máximo, ya que es el sitio donde mejor puedes estar. Pero cuando se te pasa el efecto de la euforia, miras hacia delante. Y ves que todo lo que está por venir es cuesta abajo. Ya no volverás a tener ese punto de vista optimista, y todo lo que espera es bajar, y bajar, y bajar... Y cada vez a un ritmo mayor, la pendiente cada vez es más pronunciada, y vas alcanzando velocidades más altas, hasta que la pendiente es tan grande que ya no volverás a tocar esa parábola, y acabarás cayendo al vacío, y perdiéndote en el olvido.